Ahora resulta que debo compartir el precioso tesoro Oreo con mi sobrina. De repente esta pequeña persona de un año y medio tiene una adicción terrible por esas exquisitas galletitas.
La cara de felicidad mezclada con desesperación cuando asoma una Oreo no tiene nombre.
Tampoco el quilombo que queda en su cara despues de comerse una...
La cara de felicidad mezclada con desesperación cuando asoma una Oreo no tiene nombre.
Tampoco el quilombo que queda en su cara despues de comerse una...
No soy pro-post-familiares, pero bue, no me pude resistir...
sepan entender.
...PnZ!
sepan entender.
...PnZ!
No hay comentarios:
Publicar un comentario